17 de marzo de 2016 - 18:23 - Alberto Plaza

Qué pasó con... Agustín Abadía

Vamos un jueves más con nuestra sección "Qué pasó con...", esta vez dedicada a Agustín Abadía, un jugador de esos que ya no quedan. Atlético de Madrid, Logroñés o Compostela fueron algunos de los equipos que le vieron recorrer la banda izquierda con ese estilo tan peculiar basado en la fuerza y la garra. A pesar de sus carencias técnicas, Abadía fue un jugador destacado en los años 90, y por eso queremos recordarle como se merece.

Los inicios

El Tato Abadía era un centrocampista que normalmente caía sobre el costado izquierdo. No era muy técnico, más bien su capacidad técnica era escasa, pero lo suplía con una gran entrega y capacidad de sacrificio, esas cualidades que tanto gustan al aficionado. Siempre será recordado el partido en el que Hristo Vidakovic le realizó una escalofriante entrada que dejó KO al Tato en el duelo que medía a Compostela y Betis. Abadía le echó valor y continuó en el campo, jugando uno de sus mejores partidos como futbolista profesional. Al acabar el encuentro, se supo que había jugado 75 minutos con el astrágalo roto.

Centrándonos en su carrera deportiva, remarcar que también la ascensión de este gran jugador y mejor persona se vio marcada por la lucha. Abadía no salió de la cantera de un equipo grande, y es que su carrera profesional arrancó allá por 1980 en el Binéfar, club que en ese momento estaba en la Tercera División. Se mantuvo en este equipo durante cuatro temporadas, en las que consiguió el ascenso a Segunda División B. Su gran trabajo en el centro del campo del equipo oscense hizo que el Logroñés se hiciera con sus servicios en 1984.

Agustín Abadía

De Tercera a Primera

En el equipo rojiblanco consiguió un nuevo ascenso, esta vez a Primera División, aumentando su leyenda de jugador valiente y luchador, que no daba un balón por perdido y que sentía los colores de los equipos por los que pasaba. De nuevo su carrera iba a dar un gran salto de calidad, esta vez con destino al Vicente Calderón. El visionario Jesús Gil se hacía con los servicios de Abadía para reforzar el mediocampo colchonero en la temporada 89/90, aunque en el Manzanares no tuvo tanta suerte. Jugadores como Donato, Pizo Gómez o Alfredo Santaelena hicieron que su paso por el Atlético fuese más bien anecdótico, jugando 9 partidos como titular y terminando tan solo 3 de ellos enteros.

Debido a la falta de minutos, el jugador aragonés decidió volver al Logroñés para recuperar las sensaciones perdidas. Allí estuvo hasta la 92/93 para después poner rumbo a Compostela. Sin saberlo, en San Lázaro iba a ser partícipe de los años dorados de la historia del equipo gallego. Con los blanquiazules consiguió un nuevo ascenso a primera y ayudó a la consolidación del equipo en la máxima categoría de la mano de Fernando Vázquez.

Con 34 años a sus espaldas y con el fin de su carrera futbolística cercana decidió regresar al Logroñés, donde sólo permaneció una temporada. En 1999 el Tato Abadía decidió colgar las botas vistiendo la camiseta de su Binéfar, club que le ofreció mantenerse en cargos técnicos hasta que consiguió el carnet de entrenador.

Agustín Abadía

Del césped a los banquillos

Sus inicios como técnico, y para no perder las buenas costumbres, tuvieron lugar en las categorías inferiores del Binéfar para después recalar en el Logroñes. Con ellos disputaría la liguilla de ascenso a Segunda División, aunque no pudo devolver a los rojiblancos a la categoría de plata. Aun así, los buenos resultados cosechados hicieron que el Girona se lanzapara a por él. En tierras catalanas se mantuvo hasta 2005, año en el que fue cesado. Tras este varapalo, volvió a su amado Logroñés, esta vez como director deportivo, y más tarde como entrenador sustituyendo a Quique Setién.

En 2008 fue nombrado nuevo entrenador del Calahorra, obteniendo unos discretos resultados. Su última andadura en los banquillos, como no podía ser de otra forma, tuvo lugar en la renacida Sociedad Deportiva Logroñés, donde se mantuvo entre 2011 y 2014. A la espera de una nueva llamada, Abadía se mantiene a la espera regentando una tienda de quesos, pero esperamos que pronto podamos verle dirigiendo desde la banda.

Esta es la vida de Agustín Abadía, un tipo peculiar, un futbolista diferente.

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